Es interesante notar cómo Bresson
le aplaudía la paciencia al tipo que le revelaba las fotografías, pues
pareciera que el mismo trabajo de Bresson necesitara de una paciencia abismal.
Sin embargo, él mismo se decía impaciente. Llegar, disparar, irse. Hay gente
que tiene talento, y sin duda Bresson era uno de ellos. Su búsqueda del momento
adecuado parecía dársele de forma natural, cosa que no se le puede atribuir a
la magia o alguna divinidad, pues se tenía conciencia de la geometría, de la
sátira en algunos casos, de la composición. Eso es talento.
Desde el punto de vista de un
apenas iniciado estudiante en fotografía, me asombra y me deja claro lo que
Bresson muestra con sus fotografías: Primeramente, el hecho de estar dispuesto,
de estar preparado para cuando ocurra un ‘buen momento’, un instante de
fotografía. Segundo, la forma en cómo se hacía de imágenes, en las que su
disparo se realizaba en un pequeño tiempo después de haberse hecho un
movimiento. Deja visto en sus fotografías imágenes que difícilmente podríamos
analizar si no estuvieran fijas. La esencia de las personas en ese instante en
que dejan de hablar, o en que terminan una acción. Además del uso de geometría y la muy evidente y ya comentada
habilidad que tenía con el encuadre.
En el documental veo a un Henri
que me dice que debo de estar atento. De cargar en todo momento el arma de
disparo y olfatear aquel momento que deseo. De cientos de fotografías para
escoger una, de montones de combinaciones y escoger el adecuado. Entiendo que
la fotografía es diaria, es a cada hora y es a cada tiempo.